¿Tengo que eliminar a mi ego?

Ego, en latín, significa yo. Por lo tanto, podría traducir esa frase por «¿Tengo que eliminar a mi yo?».

Pues la respuesta es sí y no.

Vamos a empezar por la que parece más sencilla de responder, que es «no».

Primero, ese «tener que», la supuesta obligación que nos tiene ocupados, aunque sea en un futuro más o menos cercano, y nos da la sensación de no estar demasiado ociosos, cosa que nos suele molestar porque estamos en la sociedad del hacer y hacer, y parece que estar en quietud no es productivo.

Luego, eliminar mi ego podría llevarme a una idea equivocada. ¿Anulo mi personalidad, me elimino, me mato/suicido? Suena de locos, ¿no?

Si tengo en cuenta que ego es esa parte de mi personalidad que parece mandar, pero que, realmente, no soy, estaría bien eliminar ese control que ejerce y me hace sentir mal, pero ¿por qué tendría que eliminarlo? puesto que el ego existe por algún motivo.

Somos seres que vivimos en tribu y necesitamos de esa identidad propia dentro del grupo, aunque venga, a veces, alimentada por el mismo y no por nuestra individualidad. Aun así, esa «identidad» nos salva en ocasiones y nos permite también aprender y seguir avanzando en nuestro camino espiritual (aunque para eso haya que estar un poco «al loro»).

Ahora bien, si la respuesta es «sí», ¿qué ocurriría al matar a mi ego? 

Pues que eliminaría esa parte molesta de la que hablamos y que parece necesario quitar del medio para vivir desde mi esencia verdadera. Viviría desde donde no tengo lugar para «egos» y conectaría con el universo, para vivir en coherencia. Pero si lo elimino, ¿desde dónde lo estaría haciendo?

Si intento, si creo o pienso que estoy eliminando al ego, lo estoy haciendo desde la propia mente y estoy en un juego sin fin, que solo me va a tener dando vueltas, engañada por la propia mente que puede, perfectamente, estar hablando de «eliminar a la mente» para hacerme creer que lo estoy consiguiendo.

Te pongo un ejemplo: una persona empieza a meditar y considera que vive demasiado apegado al ego y eso no le permite ser «espiritual», por lo tanto, decide actuar como se supone que haría alguien que ha transcendido al ego: medita todos los días una hora o más; cuando ve que se va a enfadar, reprime sus emociones porque considera que alguien que medita ya no se puede enfadar; intenta no hablar mal de nadie, pero piensa que las personas que no actúan de una manera pausada, «meditativa», deberían meditar para vivir más relajadamente. Cree que sabe lo que le conviene a los demás, puesto que le ha ido muy bien, y eso es bueno, pero empieza a no tolerar a ciertas personas, a intentar convencer de que el suyo es el mejor camino y habla a todos sobre lo que deberían hacer, como meditar, alimentarse de tal manera, «no hablar desde el ego»… Y puede que sean buenos consejos, pero si lo hace desde la intolerancia, desde el engaño a sí mismo, porque no reconoce su propia sombra, significa que vive esclavizado por su ego espiritual, lo que viene siendo casi peor que un ego «terrenal».

Por lo tanto, lo ideal sería integrar todo aquello que vivimos. Integrar sabiendo lo que nos hace crecer y lo que no, sabiendo dónde «colocar» aquello que nos lastra y pesa, que no nos deja seguir caminando para poder ponerle luz y aprender lo que nos viene a enseñar y sin dejarnos arrastrar por aquello que nos hace caminar más ligeros.

Es decir, sin apegarse a nada y mirando todo con el corazón, para lo que se me ocurre que puede ser bueno dejar de intentar, dejar de hacer y, simplemente, confiar, mostrando a la mente la forma en que respiro, vaciándola de la locura que la mueve a diario. Dejar de hacer, quedarse en quietud y dejar que la vida ocurra, observando sin miedo, confiando en que todo está bien. 

Sí, ya sé que suena a que estoy aconsejando como lo haría la persona del ejemplo que he puesto, pero no estoy intentando convencer a nadie. Te sugiero y, si te resuena, prueba, y si te funciona, quédatelo; si no, pasa a otra cosa. Parece un poco complicado, pero si intentas controlar lo que pasa en tu vida, lo que te va a traer es estrés e infelicidad, porque no controlamos nada.

Como siempre digo, con cariño y como si fuera un juego. Deja que tu ego se divierta, se desmande, se ponga ñoño, se quera suicidar, se haga el dueño, crea que lo ha logrado y obsérvalo, permanece desde tu esencia observando todo y diviértete todo lo que puedas en el proceso.

Namasté («La luz divina que habita en mí honra a la luz divina que habita en ti»)

Probando, probando…

Así me encuentro: «probando» para poder seguir, adelante, siempre adelante.

Tengo tantos proyectos en marcha y en mente que hace mucho que no escribo en el blog, así que he decidido contaros mis planes «profesionales».

Son retos, porque la situación lo requiere; hay que salir de la famosa zona de confort.

Planes

Por un lado, está este blog —que nunca olvido—, aunque últimamente ya digo que lo he dejado un poco a un lado.

Y, sobre todo, desde hace unos meses, está Instagram, que me tiene muy, pero que muy, entretenida.

Instagram: @medit.ama

Hace unos meses comencé un curso de Domestika para aprender a gestionar mi perfil de Instagram como si de una marca se tratara.

El caso es que no me veo como una «marca» (ya sabéis, cosas del ego que no puede unir el mundo de la espiritualidad y la meditación con el mundo comercial). Pero, bueno, estoy aprendiendo a promocionar mis clases y compartir con mucha gente espacios de consciencia, aunque sea un señor trabajo.

Me he propuesto publicar todos los días algo en mi perfil @medit.ama, así que me he creado un horario con lo que toca cada día, como me aconsejaron en el curso de Domestika.

La profe es Julieta Tello y ella trabaja con textiles de todas partes del mundo, promocionando a artesanos de zonas poco favorecidas. Su perfil es muy colorido: @design.junkie.

Yo he creado algo que no suena «demasiado espiritual», creo, porque quiero acercar la meditación a cuanta más gente mejor. De hecho, los lunes comienzo colgando algo divertido para que la gente sonría y no se olvide nunca del humor.

Instagram puede llegar a ser muy exigente, pero, de momento, lo hago con mucha ilusión y me divierte. Creo que también es una ocasión muy bonita de aprender y superar barreras sobre qué contar, el miedo escénico, la baja autoestima, etc., y me viene muy bien.

Lo más divertido es que estoy por encima de las doscientas publicaciones y todavía no he llegado a tener 50 seguidores. Sin embargo, en otra cuenta que tengo, con menos publicaciones, creo que me sigue (proporcionalmente) más gente (@huertamaaba).

Instagram: @huertamaaba

En esta cuenta publico cositas de mi huerto y, ya que veo que me visita bastante gente, estoy publicando novedades sobre los nuevos semilleros y lo que vamos plantando.

No sé si será porque es primavera, pero veo más interacción en este perfil que en Meditama, pero ¡no pasa nada!, voy a seguir aprendiendo para hacerlo cada vez mejor.

Una idea que lleva tiempo rondándome la cabeza es contar cuentos. Se me ocurre que puedo hacerlo una vez por semana, pero todavía tengo que aprender cómo y si se puede. Ya os contaré, si lo hago, cómo escucharlos.

Perlas de calma

Y está mi libro: Perlas de calma.

Llevo un montón de meses «terminándolo», pero es que supone otra superación muy grande de «problemillas» con mi ego.

Por un lado, está mi eterno miedo a vivir mi sueño, lo cual no suena muy lógico, pero ¡qué le voy a hacer!

Estoy también superando mi miedo a exponerme, puesto que es un texto nacido de muy dentro (o que me vino de fuera, no sé), pero me nació en un momento muy especial y según trabajo con él, me doy cuenta de que «soy yo»; de que son palabras y certezas que he ido adquiriendo durante estos años de meditación y compartir.

Y, por otro lado, está mi perfeccionismo (miedo a ser criticada, a no hacer suficiente, etc.), que me lleva a no verlo nunca bien acabado.

También estoy aprendiendo a relajarme en situaciones que me suelen tensar, a reírme un poquito de mí y a aceptar cómo viene todo dado para no desesperar.

He leído en algún blog —y me mola la idea— que podría crear una web para promocionar el libro, así que también estoy creándola en WordPress: perlasdecalma.wordpress.com (todavía no es pública).

Clases: inglés y Medita desde casa conmigo

Y están las clases.

Voy a volver a intentar dar clases de inglés, puesto que la hucha se está quedando un poco vacía, y seguiré promocionándome aquí, donde vivo, para llegar a más gente con las sesiones de meditación, además de las sesiones online con Medita desde casa conmigo.

Y creo que solo me queda por añadir alguna cosa más que todavía no tiene una forma muy definida, así que eso será otra historia.

¡Gracias por leerme!

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Medita desde casa conmigo

¡Hola!

Aunque ya medites a diario en tu casa, esta propuesta que te lanzo es diferente porque vas a sentir la sinergia de un grupo, el compromiso (aunque los encuentros sean una vez por semana) y le va a quitar esa parte ardua de cuando uno se sienta solo en casa.

Te guiaré durante una hora con meditaciones que te ayudarán a centrar la atención, relajarte y tener una mirada más compasiva hacia ti y los demás.

Con cariño, como si fuera un juego.

Sala en Google Meet

He elegido hacer estas videoconferencias con Google Meet porque no tiene límite de tiempo y permite conectarse en grupos grandes.

Al parecer, desde el ordenador no es necesario descargarse ninguna aplicación, aunque si entraras desde el móvil o la tablet, sí hay que hacerlo.

He abierto una sala y este es el enlace que te lleva a ella: meet.google.com/sqm-hpto-pxh

Una vez entres, deberás esperar a que te dé paso para comenzar.

Y ¡ya está!

Ya sabes cómo va esto de las videoconferencias, porque si esto del Covid tiene algo bueno es que nos hemos vuelto un poquito más expertos en estos temas. Aun así, vamos viendo cualquier duda o comentario que tengáis.

Normas de convivencia

Al igual que cuando entramos en una sala de meditación (físicamente), esta sala tiene unas normas de convivencia:

  • Tendremos unos minutos de ajustes (imagino) hasta que empecemos. En estos minutos de espera, entradas y saludos, podrás tener el micrófono abierto, pero una vez que comience la meditación, deberás cerrarlo para evitar problemas técnicos.
  • Intenta que, durante la hora que dura la sesión, no haya nada ni nadie que te pueda distraer en tu casa.
  • Los tiempos de meditación no siempre serán iguales, aunque intentaré que sean de unos 40 minutos.
  • Después de la meditación, también podremos conversar, pero no más allá de las 20:00.
  • Si tuviéramos problemas de conexión, no nos escucháramos, no nos llegara la imagen o cualquier otro inconveniente, cortaremos y volveremos a conectar todos o lo intentaremos otro día. Depende de en qué momento ocurra o si te pasa solo a ti. Vamos fluyendo con este tema porque no se puede hacer pronósticos de todo lo que puede pasar.

Precio

Hay un precio por sesión y, si te gusta y te quieres conectar a “Medita desde casa” todos los lunes, tienes un precio por mes.

  • 5€/sesión
  • 15€/mes

Tienes la posibilidad de pagar a través de transferencia bancaria (poniendo en el concepto “Medita + tu nombre”) o a través de Bizum.

Para evitar líos, te pido, por favor, que hagas el ingreso antes de la sesión (en caso de pagar el mes entero, antes de la primera sesión).

Para detalles que falten y para más información, ponte en contacto conmigo a través del correo: meditamablog@gmail.com o whatsapp: 651 631 161.

Muchas gracias por querer cuidarte, cuidar del planeta y vivir más en paz.

Namasté 🙏🏼

Mis maestros

Si deseas felicidad durante una hora, tómate unas copas.

Si deseas felicidad durante un año, enamórate.

Si deseas felicidad durante toda una vida, hazte jardinero.

(Proverbio chino)

Yo entendía este dicho con la mente y me parecía que tenía razón porque era lógico pensar que el dedicar tu tiempo a cuidar un jardín tenía que ser algo, además de entretenido, enriquecedor y bello. Pero ahora lo estoy viviendo.

El huerto que tengo la suerte de cuidar me enseña todo el tiempo y me he dado cuenta de que es como uno de esos maestros silenciosos que no te explican, sino que te muestran con hechos.

Por un lado, leo mucho para conocer cuándos, cómos, qués y porqués.

Me observo cuando «me permito» tener flores que me apetece que adornen el jardín, ya que mi mente pragmática busca disculparse eligiendo flores que pueden resultar útiles para el huerto porque atraen abejas o sirven de repelente contra los bichos que hacen daño a las plantas del huerto.

Recoger los frutos después de haber visto cómo nacen, crecen y van madurando es indescriptible: sentir en el cuerpo la comunión con la tierra cuando cosechas, agradeciendo a la planta, al sol, a la tierra, al agua todo lo que te dan…

El disfrute de la comida sana porque son la suma de todo eso: agua + tierra + sol…

El desapego cuando una idea no puede llevarse a cabo porque no se dan las condiciones; cuando probamos a plantar cosas que nos apetece tener, pero cuando a lo mejor no es la mejor época y se enferman o no duran mucho tiempo…

Viéndonos vivir desde el huerto, con las «pre-ocupaciones» típicas de los padres por sus hijos: que si hemos hecho todo lo que hay que hacer; que si nos vamos unos días fuera…

Aprendiendo de los errores; dándonos permiso a equivocarnos…

Con compasión y comprensión… Observación hacia fuera y hacia dentro.

Señales de luz

La luz de los faros ha guiado a los marineros desde tiempos inmemoriales para que supieran dónde estaba la costa.

Encendemos la luz al entrar en una habitación a oscuras.

Ponemos lámparas de mesa para ver mejor.

De noche, no pasamos por una calle que no tenga luz.

Sin luz no vemos.

La luz.

Luz es sinónimo de sabiduría. Oscuridad, de ignorancia.

La mente crea luces y sombras con su parte subconsciente, recóndita y desconocida.

Qué maravilla encontrarme este texto que escribí hace unos años entre los borradores. Me ha parecido refrescante y muy bonito (si es que se me permite decirlo…).

La mente está constantemente presente en nuestro día a día. No hacemos nada que no pase por su filtro y nos gusta re pensar todo mucho (a unos más que a otros) antes de actuar. También nos gusta mucho hacer, porque así sentimos que somos alguien, que tenemos una personalidad y una forma de pensar que nos define a través de nuestros actos. Pero la mente es cambiante, así que buscar una definición de nosotros mismos a través de lo que pensamos es perdernos en la infinitud de pensamientos que podemos generar. Y, además, no nos percatamos casi nunca, pero estos pensamientos pueden ser totalmente contradictorios, negativos, histéricos, fantasiosos… ¿de verdad crees que eres eso? Párate y escucha tus pensamientos.

¿Notas que al pararte a escuchar «algo» no puedes ser ese «algo»? Al igual que no eres ese gorrión que ves posado en el suelo o ese coche que pasa por delante de ti.

Y, sin embargo, sientes que eres. ¿Por qué empeñarse en ser «algo»? Ahora eres «algo» y dentro de un rato puedes ser un «algo» distinto porque tus circunstancias cambian.

Si te paras de nuevo, sientes que lo que no cambia es el propio cambio, que siempre está presente. Al igual que eso que no puedes definir muy bien con palabras y podrías llamar luz interior. Es como una voz que te habla desde tu interior y que, a veces, no escuchas porque hay mucho ruido exterior.

El Universo es luz y tú eres Universo, un pedacito de él si quieres, pero luz al fin y al cabo. Eres tu propio faro en mitad de la noche, solo has de seguir el haz de luz que te lleva de vuelta a casa. Sin dar vueltas, sin dejar de confiar en esa voz interior, sabiendo que todo es y que tú eres, sean cuales sean las circunstancias de alrededor.

Meditación (El milenario arte de vivir en el presente)

Hace unos meses, edité el primer número de una revista muy personal. Era un sueño y podría decir que una cabezonería mía, porque quería que fuera en papel, a pesar de lo que me decía la gente. Y sí, la gente tenía razón; hoy en día, las pantallas digitales se han impuesto y el imprimir en papel parece algo arcaico.

Ha sido toda una enseñanza y no lo doy por cerrado, porque creo que moví una gran cantidad de energía como para dejarlo en el olvido. Edité dos números y ahí decidí parar porque me supone un gasto en un momento económico delicado y en el que prefiero hacer gastos de otro tipo. Bueno, me concedo el premio de haberlo intentado y de ponerle mucha ilusión. De hecho, me gusta mucho cómo ha quedado y es mi intención que la idea siga dándome alegrías (y si quiere y es necesario, algún palo, por qué no?).

Estando así las cosas, me gustaría compartir uno de los apartados que más me gustó y costó crear: las noticias positivas. No es que me costara porque no me guste hablar de cosas buenas, pero quería que fueran noticias de una cierta relevancia, como para dejar claro que, si en el telediario parece que el mundo está fatal, también hay cosas positivas muy importantes.

Al comienzo de la pandemia por el coronavirus, se hizo más importante este empeño que tengo de hablar de cosas positivas. Incluso gente experta en el tema ha respaldado esta idea al explicar lo delicado del «estado de ánimo» del sistema inmunológico que puede ser atacado por cualquier sitio sin darse cuenta.

Había que subir las vibras! Era cuestión de vida o muerte!

Y así es que se me ha ocurrido colgar algunas de esas noticias que publiqué para seguir con ese impulso al ánimo, porque el estado de alarma puede que finalice el día 21 y puede que volvamos como locos a lo que consideramos la normalidad, pero todo este lío ha dejado un fuerte poso de «…» (cada uno que ponga lo que crea que corresponde) en nuestra mente, cerebro, subconsciente o donde sea que queramos esconder este sentir que es seguro que llevamos, porque no es posible que algo tan gordo haya pasado desapercibido para nosotros, que somos unos observadores natos.

Con mis mejores deseos:

Mercadona sustituye las bolsas de plástico por bolsas de papel y de material reciclado (info.mercadona.es – 15 de abril de 2019)
A partir del 15 de abril, en todas las tiendas habrá tres opciones para realizar la compra: bolsas de papel, bolsas con un 50-70% de plástico reciclado procedente del embalaje utilizado en sus tiendas y cestas de rafia.
Detenidos ocho intermediarios de una red de tráfico de personas de Irak, Siria y Afganistán (https://ebuenasnoticias.com – 18 de julio de 2019)
Captaban inmigrantes con visados falsos para acceder al espacio Schengen. Se embolsaban unos 2 000 euros por cada documento, cantidad que aumentaba si el «cliente» quería que le acompañaran al cruzar la frontera.
H&M, Timberland y Vans no usarán cuero de Brasil hasta que estén seguros de que no causa daños al medio ambiente (Greenpeace – 21 de septiembre de 2019)
Estas compañías, además de otras, están ejerciendo presión y se están posicionando en defensa de la Amazonía mediante decisiones como esta.

Un curso sobre la felicidad triunfa en la universidad de Yale (https://www.elmundo.es – 10 de febrero de 2018)
«La psicología y la buena vida» se ha convertido en la clase más popular de la historia en la prestigiosa universidad. 1 de cada 4 estudiantes —1 200 personas en total— buscan las claves para ser feliz a través de esta materia.
Mindfulness en algunos colegios ingleses, asignatura obligatoria (www.as.com – 8 de octubre de 2019)
370 escuelas de toda Inglaterra enseñarán a los niños a meditar, técnicas de relajación muscular y ejercicios de respiración para rebajar las cifras de depresión y ansiedad.
Éxito de la I San Silvestre solidaria de Málaga (https://www.cuentamealgobueno.com – 1 de enero de 2020)
El éxito de la prueba se debe a que se ha completado el total de inscripciones abiertas y se ha conseguido un gran donativo que va destinado a la Casa del Sagrado Corazón —Cottolengo—.
La logopedia contribuye a mejorar la comunicación de las personas con esclerosis múltiple (http://www.buenasnoticias.es – 9 de enero de 2020)
Las técnicas de terapia miofuncional, donde se trabaja la musculatura orolinguofacial (a nivel sensitivo y motor), resultan muy efectivas. Si la enfermedad es remitente recurrente —el 85 % de los casos— y se encuentra en un estadio inicial, es posible recuperar la capacidad del habla.

2º ejemplar de la revista «Meditación».
Cubierta de la revista «Meditación».

Parar o no parar

Eso de buscar la relajación, la tranquilidad, el silencio por medio de técnicas milenarias es algo ya muy extendido entre aquellos que tenemos inquietud por conocer, por saber algo más sobre todo, porque sabemos (o creemos saber) que a través de la quietud llega la calma y con ella, la tan ansiada felicidad al encontrarnos en un estado de serenidad.

Después de varias semanas encerrados en casa, nos hemos podido dar cuenta de la oportunidad que nos ha llegado de parar, sí o sí; de dejar de ir de acá para allá como locos; de hacer las cosas a otro ritmo, de disfrutar de los pequeños detalles, de los seres queridos. Parece que ahora se nos da un poco mejor eso de valorar lo importante y dejar lo accesorio para después.

Pero también es cierto que, detrás de esta quietud, hay mucho movimiento. Porque, lo queramos admitir o no, hay mucha inquietud, mucha incertidumbre por lo que pasará a continuación. Venimos con una inercia muy antigua por preocuparnos por las cosas que todavía no han pasado y ahora, en este frenazo que nos ha obligado la vida a dar, se hace más patente.

Hay quien tiene mucho ingenio e idea planes para que no se le venga la casa encima; hay quien tiene niños pequeños en casa y si no ingenia algo a cada momento, son los niños los que se le vienen encima; hay quien tiene miedo, sencillamente, de volverse un inútil, sin nada que hacer; y también hay quien tiene miedo de lo que está descubriendo en este impase tan extraño que se está viendo forzado a vivir.

Hay gente que, aunque quiera parar, no puede (de una manera física) porque tiene que seguir trabajando —e incluso seguir trabajando más que nunca (como algunos empleos que son muy necesarios en esta crisis)—, pero se da cuenta de que algo muy grande está cambiando.

Todo esto, de alguna u otra manera, es lo que suele sucede cuando nos sentamos a meditar. Quien más, quien menos, ingenia algo que hacer, porque su naturaleza es inquieta; hay quien tiene miedo de lo que se va a encontrar en su interior y se engaña o parapeta en ideas que ha escuchado sobre la mente en blanco o vaya uno a saber lo que les ofrece la mente en esos momentos de «parón mental».

Y hay quien se tira a la piscina, deseoso de conocer esos rincones que suelen permanecer bastante abandonados mientras estamos viviendo todo eso que planeamos.

Imagen de congerdesign en Pixabay

Parar o no parar, he ahí el dilema. Si paro, me siento extraño y mi cuerpo me manda mensajes como hinchazón en las piernas, dolores que antes no tenía… Si paro, mi mente se agita, porque «piensa» que no la necesito y me ofrece todo tipo de historias para que no deje de «comerme el coco» sobre lo que debería hacer, lo que no estoy haciendo, y mil y una torturas más.

Si no paro, puede que no me dé cuenta; pero también puede que me sienta extraño por no aprovechar la ocasión, por no hacer lo que hace todo el mundo —o no hacer lo que no hace todo el mundo—. Si no paro, puede que me entre miedo, por no estarme cuidando; o culpa, por poner en peligro a más gente, por no quererme incluir en el grupo…

Estas son solo algunas de las ideas que pueden estar pasando por nuestra mente en estos momentos, pero sea lo que sea, abrámosles la puerta e invitémosles a entrar, como nos decía en un hermoso poema el gran erudito Rumi:

Kiki

Kiki (危機) es la palabra japonesa para crisis y está compuesta por peligro (危) y oportunidad (機), porque, en cada ocasión de peligro, hay una oportunidad; oportunidad de conocerse, de transcender, de crecer.

Por muy calmada que intento estar, la crisis que se está viviendo en todo el mundo estos días me afecta, he de reconocerlo.

La semana pasada me embargó la tristeza al ver los estantes vacíos del súper. Pensé que, llegado un momento crítico, el miedo nos puede volver muy egoístas.

El miedo por no saber lo que pueda pasar empuja a la gente a actuar de manera irracional, sin tener en cuenta que se piensa mejor cuando se hace desde la calma.

Pero también hay mucho humor —herramienta fundamental para seguir vivos— y es que los españoles somos únicos sacándole punta a cualquier situación o anécdota.

El otro día me vino a la mente aquella escena de Mary Poppins en la que el tío Albert está flotando por el techo de su casa porque no puede parar de reír y solo puede bajar al suelo si piensa en algo serio. Pues, en estos momentos, se me antoja que la situación es a la inversa: al escuchar noticias y preocuparnos, nos volamos y no estamos en la realidad, con serenidad, viendo lo que en verdad ocurre. Sin embargo, al encarar la preocupación con humor, bajamos a tierra y podemos quitar el dramatismo que nos hace vivirlo desde la histeria y el surrealismo.

Detener el ritmo habitual y verse confinada está haciendo a la gente que se viva de otra manera, que traiga sensaciones olvidadas y que transite lugares que hacía tiempo no pisaba o ni siquiera conocía. Y así, la gente, hermanada, va aportando sus granitos positivos de arena para no caer en emociones de baja vibración, como el miedo o la ira.

La incomprensión nos bloquea y el miedo nos arrincona o nos vuelve locos; hemos de ser conscientes de ellos para superarlos.

Pero también hay calma, aunque parezca increíble, cada vez hay más calma.

Podemos buscar culpables, pero creo que, todo gran movimiento energético viene para traer unos cambios muy importantes. No somos amigos de los cambios, pero también tienen una lectura positiva.

Los mensajes que hablan de aceptación, de apertura, de aprendizaje están mostrando que, detrás de toda sombra, hay una luz que crea el contraste. Solo hay que saber mirar.

Yo he tardado unos días en darme cuenta y ahora estoy empezando a disfrutar del momento en todos sus detalles.

Algo tan grande como es una pandemia nos pone a todos en una situación fuera de lo que llamamos nuestra zona de confort en algún aspecto de nuestra vida.

La aceptación suena, generalmente, a estupidez. Y más en una situación extrema y de peligro. Cómo aceptar lo que nos está ocurriendo?? Hay medidas que nos llevan a rebelarnos, puesto que parece que nos empujan al redil y surge nuestro luchador que no quiere aceptarlo. Está bien, no hay nada que cambiar, solo observar. Aceptar es demostrar un amor infinito por uno mismo y por los demás, aparte de ser un gesto de gran valor y nada fácil.

La fuerza de los sentimientos nos hace buscar refugio a toda costa y es algo que solo podemos encontrar en nuestro interior.

Meditando en casa.

Hemos de quedarnos en casa y trabajar desde casa; hemos de pasar tiempo dentro, en lugar de fuera. Y, si damos el famoso pasito para atrás que nos ayuda a mirar las cosas con perspectiva, podemos ver que es una ocasión para mirar la vida de otra manera, más calmadamente, para parar e ir hacia dentro, para mirarnos y trascender aquello que aparece fuera de nosotros en forma de enfado, molestia, incomodidad, nerviosismo o disputa. Todo lo de fuera nos va a hablar de lo que tenemos dentro, así pues, atentos a lo que ocurre.

Con cariño, como si fuera un juego.