¿Quién soy yo?

 

La última vez que hice un vichara (autoindagación fundamentada en la pregunta «¿quién soy yo?», enfocada siempre hacia lo más profundo de uno mismo) con otra persona, sentí que me perdía en todas las posibilidades; mi forma, tal y como la conozco ahora, se desdibujaba para pasar a ser todas las formas posibles. Sentí que podía ser cualquier persona de cualquier parte del mundo y nadie en particular. Me sentí ligera, sin cuerpo, libre.

La belleza de ese momento fue tal que no pensaba que se pudiera repetir. Pero me he encontrado hipnotizada con este vídeo de Lévon Minassian, mirando las miradas de todas esas personas, y me he sentido igual que cuando realicé el vichara. Podía imaginar ilusiones, emociones, circunstancias, su día a día y mi cuerpo se ha vuelto a desdibujar; mi vida ha pasado a ser la de ellos.

Hipnotizada por esos ojos que muestran lo que esos seres son en realidad, con sus sueños que los definen, aunque no se atrevan a perseguirlos. Gentes de todas partes, con diferentes culturas, tan distintas a la mía.

Pensamos que sabemos mucho —hasta algunos creen que saben suficiente—, cuando es imposible. Cómo saber mucho si no podemos vivir todas las vidas; no podemos estar en todos los instantes de todos los corazones. Simplemente, estamos en una pequeñísima parte de lo que es.

Me gustaría poder sentir lo que sienten personas tan distintas a lo que soy ahora aquí como un niño soldado, una mujer afgana, una niña de Somalia o una mujer del Tíbet, por poner algunos ejemplos.

Vivir lo que otros viven puede ser un camino para desvelar la esencia que soy en verdad. Y seguiría sin conocerlo todo.

Hoy he sido un niño indio que salvaba a un oso pardo en mi sueño. O quizá, he sido ese oso, fuerte y asustado.

¿Quién ha soñado? Yo… ¿quién soy yo?

¿Quién ha volcado sus reflexiones en este blog? Yo… ¿quién soy yo?

¿De quién es esa cultura «mía»? Yo… ¿quién soy yo?

¿Quién ha visto este vídeo? Yo… ¿quién soy yo?

¿Quién soy yo? Espero en silencio; nada de lo que aparezca y todo soy.

Una bolsa más

Mi madre suele decir «bolsas del revés, bolsas otra vez» y es que vivimos rodeados de plástico y, sobre todo, de bolsas. Pero esta entrada no tiene el propósito de reeducar nuestro sentido común y evitar utilizar tanto plástico en nuestra vida.

Esta entrada es solo una evocación a una imagen que se me viene a veces, sobre todo en momentos de mucho peso mental, de muchas emociones chocando en la cabeza y el corazón. En esta imagen me veo como una bolsa y eso me ayuda, primero, a desidentificarme un momento de mi persona y, segundo, a jugar con el concepto de bolsa, ya que es un objeto que solemos llenar de muchas cosas (a veces útiles, a veces inútiles) y cuando llegamos a casa la vaciamos.

Si tenemos en cuenta que nosotros ya estamos en casa, que ya hemos llegado (estoy hablando de forma metafórica), supuestamente tendríamos que tener una bolsa vacía, pero eso es casi imposible.

Es en momentos que me rebasan las ideas, los conceptos, en que me agobian los supuestos, los planes, las incertidumbres, en los que me gusta sentirme como una bolsa que el aire va llevando de un lugar a otro y, como si estuviera meditando, me lleno y vacío de aire constantemente, nada más, dando vueltas sin miedo, sin vértigo. Todo fácil, juego.

Y cuando busco una imagen que pueda sugerir la idea que quiero transmitir, me encuentro esta belleza de vídeo que habla por sí solo: https://www.youtube.com/watch?v=gHxi-HSgNPc&t=138

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El mago de Oz

Hace un tiempito, vi en la tele «Oz, un mundo de fantasía», la precuela del mago de Oz, interpretada por James Franco. Es una peli que no tiene muy buenas críticas, pero yo me quedo con la esencia de la historia.

Trata de un mago de 3 al cuarto que llega por accidente a Oz y pasa a ser el todopoderoso Mago de Oz. Decide mentir sobre quién es para que no le expulsen de allí, pero para ir al grano de lo que quiero contar, simplemente diré que para llegar a ser el Mago de Oz, trasciende el personaje que se ha creado en su vida cotidiana. Comienza a conocerse mejor y se da cuenta de que en la magia no solo hay que tener poderes sobrenaturales. El crecimiento del personaje, a pesar de la fantasía de la película, es gradual, alcanzable para un humano. De hecho, él hace trucos desde el ingenio cuando comienza a darse cuenta de que tiene lo que necesita para ser el mago que andan buscando en la ciudad Esmeralda. Es decir, todos podemos llegar a ser ese mago.

La peli tiene frases de poder, como «Eres capaz de más de lo que crees» o «No tenemos nada que temer mientras creamos». O más profundas, como la que pongo en la foto: «El hogar es un lugar que todos debemos encontrar, muchacho. No es solo el lugar donde comes y duermes. Tu casa es conocer. Conocer tu mente, conocer tu corazón, conocer tu valor. Si nos conocemos a nosotros mismos, siempre estaremos en casa en cualquier lugar.»

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Por otro lado, los personajes de la historia clásica —el león, el espantapájaros y el hombre de hojalata— son 3 personajes de un gran simbolismo, puesto que el león está buscando el coraje, el espantapájaros un cerebro y el hombre de hojalata un corazón.

Es decir, están buscando los 3 centros neurálgicos que todos poseemos (cerebro, corazón y tripas).

Son ayudados por una niña que se ha perdido y que representa la inocencia, puesto que los ojos de un niño van más allá de las máscaras de los adultos o sus poses y mentiras.

Pero, ¿por qué un león, el rey de la selva, iba a estar buscando su mejor cualidad? ¿Cuántos leones conocemos en nuestra vida que no son tan valientes como aparentan? Quizá no lo sepamos, pero muchos. Y no nos lo van a contar, porque en ello les va la vida.

En cambio, hay «tontorrones» que les da lo mismo lo que se pueda pensar de ellos y suelen tener otras características que equilibran su personalidad. El espantapájaros de la película compensa su falta de cerebro siendo simpático.

Y el corazón que está buscando el hombre de hojalata es algo de lo que vivimos desconectados muchos. Casi todos hacemos más caso de lo que nos dice nuestra mente que de lo que sentimos.

Los tres emprenden un viaje para pedir al gran mago de Oz que les ayude a recuperar lo que piensan que les falta y lo hacen junto a Dorothy, que solo quiere volver a casa, porque «no hay ningún lugar como tu casa». Y siguen el camino de baldosas amarillas para no perderse sabiendo que detrás del arco iris está lo que buscan.

Todo lo que buscan estos personajes vive en su interior y en el de todos. La historia quiere mostrarnos cómo ya somos ese león, ese hombre de hojalata, ese espantapájaros y el niño que todos llevamos dentro. El viaje, en realidad, es un viaje hacia nuestro interior, para conocer a ese mago que todos podemos ser.

Un viaje dentro de un sueño para enseñarnos a apreciar lo que todos llevamos dentro y que nos empeñamos en buscar fuera.

Luz

El deseo de luz produce luz.
Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención.
Es realmente la luz lo que se desea cuando cualquier otro
móvil está ausente.
Aunque los esfuerzos de atención fuesen durante años
aparentemente estériles,
un día, una luz exactamente proporcional a esos esfuerzos
inundará el alma.
Cada esfuerzo añade un poco más de oro
a un tesoro que nada en el mundo puede sustraer.

Simone Weil

 

No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

Mario Benedetti

Artabán, el cuarto Rey Mago

Artabán, junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, había hecho planes para reunirse en Borssipa, una ciudad antigua de Mesopotamia, desde donde iniciarían el viaje para adorar al Mesías.

El cuarto rey llevaba consigo gran cantidad de piedras preciosas para ofrecérselas a Jesús, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión, encontró a un anciano enfermo, cansado y sin dinero. Artabán se vio envuelto en un dilema: ayudar a este hombre o continuar su camino para reunirse con los otros reyes. Obedeciendo a su noble corazón, decidió ayudar a aquel anciano. Decidido a cumplir su misión, emprendió su camino sin descansar hasta Belén, pero cuál fue su sorpresa: el niño ya había nacido y sus padres José y María habían huido rumbo a Egipto, escapando de la matanza que había ordenado Herodes.

Artabán emprendió su viaje siguiendo los pasos del nazareno, pero por donde él pasaba, la gente le pedía ayuda y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el cargamento de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio en su andar, Artabán se preguntaba qué podía hacer si la gente le pedía ayuda. ¿Cómo podría no ayudar a quien lo necesitaba?.

Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús, ayudaba a toda la gente que se lo pedía. Treinta y tres años después, el viejo y cansado Artabán llegó al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que decían era el Mesías, enviado por Dios para salvar al mundo.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a cualquier cosa, justo en el momento frente a él se apareció una mujer que era llevada a la plaza para venderla como esclava y pagar la deuda de su padre. Artabán entregó la piedra preciosa a cambio de su libertad.

Triste y desconsolado se sentó junto al pórtico de una vieja casa y en ese momento la tierra tembló y una piedra golpeó su cabeza. Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber cumplido su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza: «Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; estuve desnudo y me vestiste; estuve enfermo y me curaste; me hicieron prisionero y me liberaste». Artabán , agotado preguntó: «¿Cuándo hice yo esas cosas?» Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: «Todo lo que hiciste por los demás lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos».

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Entrada tomada del blog:

http://www.teinteresasaber.com/2014/01/artaban-el-cuarto-rey-mago-que-no-llego.html?m=1

Feliz presencia

Como todos los años, llegó la Navidad y las reuniones con la familia.

Me llama la atención la cantidad de veces que he escuchado a la gente desear que ya sea 7 de enero. Y a ver, hoy es 23 de diciembre, con lo que la gente está deseando dejar de vivir 15 días, como poco.

No son días fáciles, pero eso es, sobre todo, si nos dejamos arrastrar por situaciones externas y no escuchamos lo que hay dentro de nosotros. Y no me refiero a dentro de nuestra cabeza, porque probablemente caeríamos en bucles de pensamientos que nos llevarían a desear que llegue de nuevo el 7 de enero ya.

Me refiero a ser fieles a nuestro sentir, a no sentirnos obligados a celebrar algo que no nos apetece, a sentir alegría solo porque es Navidad, a cantar villancicos sin ganas, y tantas otras cosas.

Si decidimos hacer solamente aquello que nos nace del interior, seguramente estaremos más tranquilos, evitaremos muchos mosqueos y sabremos explicar por qué hacemos lo que hacemos.

Tampoco tenemos por qué reírle los chistes al gracioso de nuestro primo, si no nos hacen gracia, pero eso no significa que tendremos que estar en plan mala sombra toda la cena.

Porque nosotros somos los que decidimos cómo sentirnos en cada momento, decidamos vivir con presencia, tranquilidad, amabilidad o aquel sentimiento que nos haga sentir bien y no nos hará gastar más energía de la necesaria.

Os deseo a todos, una feliz presencia. Y si decidís vivir estos días desde la antipatía, la mala leche o el rencor, que sea porque eso es lo que queréis y no porque algo externo decida cómo debéis sentiros.

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Una vez superada esta alergia general por esta época del año, aquí van unos cuantos consejos de atención plena para pasar con buena nota las reuniones familiares y de amigos:

– Antes de iniciar cualquier tarea, ya sea preparar algo de comer, comer o tocar la pandereta, toma dos respiraciones profundas para hacerte consciente de que inicias algo nuevo y de la pausa que se produce entre una y otra actividad.

– Si tienes que estar mucho rato de pie, lleva tu atención a la postura. Fíjate en tus pies, tus piernas y tus caderas, sobre todo, para intentar evitar malas posturas. Los hombros relajados, que se alejen de las orejas.

– Si te toca mover el coche y llegas a una zona donde ya es imposible aparcar, respira dos o tres veces profundamente y confía en que vas a encontrar el sitio que necesitas. Piensa que ningún año te quedaste sin cenar porque no supiste dónde aparcar.

– Si te toca reunirte con familiares con los que no lo pasas bien, antes de llamar al timbre o abrir la puerta, piensa que ellos a lo mejor también están en la misma situación que tú y hazte el propósito de pasarlo lo mejor posible.

– Antes de empezar a comer, siente tu cuerpo y el hambre que tienes para poder decidir hasta dónde quieres comer y beber. Y cuando comiences, intenta no picotear demasiado, pon todo lo que veas que te apetece en el plato y mastícalo bien antes de seguir comiendo. Da las gracias por todos los alimentos que estás comiendo (eso te ayuda a ser más consciente de lo que comes).

– En las conversaciones, intenta escuchar desde el corazón. Si tu abuela te repite la misma historia de siempre o tu madre te dice lo de todos los años, respira dos veces profundamente (o las que sientas que necesitas) antes de contestar y recuerda que te has propuesto pasártelo bien. Si tu tío se ha pasado bebiendo y se pone a despotricar sobre el gobierno o si el pesao de tu primo ya está con los chistecitos de siempre, comprende por qué te lo cuentan y ve más allá de las simples palabras; seguramente no tengan otra manera de intentar pasar ese momento que no les es fácil.

– No estés alegre porque sí e intenta no suplir ese sentimiento con alcohol, porque no va a servir para que te sientas mejor por dentro (solo para evadirte). Dicen por ahí que los problemas saben nadar en alcohol, así  que si quieres ahogarlos, no lo vas a conseguir así.

– Y si vas a salir por la noche, recuerda tu propósito de pasarlo bien sinceramente y, si no te apetece salir o quedarte hasta el final, cógete un taxi y tranquilamente vuélvete a casa. Sé fiel a tu sentir.

¡Que hay prisa!

Últimamente estoy muy sensible a la prisa que se promueve en los medios de comunicación, en especial, la tele.

Ya llegaron los anuncios del Almendro y las luces de navidad se encendieron en la ciudad.

Hace poco, vi un anuncio que hablaba de vivir deprisa, de utilizar una crema antiarrugas que actuaba rápido para parecer enseguida joven y todo ¡ya!. Sí, entiendo que el paso del tiempo no mola y cuanto antes nos quitemos las arrugas de la cara, antes podremos seguir pareciendo jóvenes.

Pero es que es exagerado la manera de empujarnos a vivir a un ritmo demencial. ¿Para qué? Es como cuando te subes al AVE; sí, llegas antes, pero no disfrutas del camino porque no puedes distinguir el paisaje a través de la ventanilla.

En fin, entiendo que esto va en gustos, porque a lo mejor lo que te apetece de verdad es bajar del tren y disfrutar de tu destino, pero es que siento que es una costumbre muy arraigada, incluso cuando vamos al trabajo por la mañana, y no precisamente porque tengamos ganas de llegar.

Lo último que me ha llegado a la velocidad del rayo (es broma…) es un artículo en el que me hablan de Hemi Sync (de manera breve: una tecnología de sonido que envía diferentes tonos a cada oído, con lo que los hemisferios del cerebro generan una tercera señal, la diferencia entre los dos tonos) para conseguir meditar más profundamente de manera más rápida.

Y yo me pregunto ¿para qué? ¿Para qué quiero llegar a esos estados más rápido? Sí, ya sé, es como lo del AVE, para poder disfrutar de la parte chula de la meditación antes. Pero es que meditar no es solamente estar en el Nirvana, ni siquiera se trata únicamente de estar en la serenidad del momento, si no sé ni cómo he llegado a ese momento. Como pasa en el tren de alta velocidad, me voy a perder el paisaje y a lo mejor también, a algún compañero de viaje interesante y que pueda resultar de incalculable valor en mi crecimiento. Es como pagar a alguien para que te haga los exámenes y conseguir un título universitario sin haber ido nunca a clase.

Lo siento, no comparto este modo de verlo, porque para mí es contradictorio con lo que siento y he aprendido que es la meditación. La meditación es vivir en coherencia con lo que piensas y sientes y, para ello, no descarto nada, ni las «sentadas buenas», ni las «sentadas malas». Todo va en mi equipaje y gracias a todos los momentos vividos, voy caminando y haciendo mi camino.

Pero menos mal que no todo son prisas y que también hay campañas de publicidad en las que se promueve el disfrutar del viaje, como esta que ha sacado recientemente el Metro de Madrid, en la que ¡hasta te regalan «más tiempo»!:

¿Por qué es necesario comprender? Basta con creer. Todo es luz.

Esta frase es de Nikola Tesla. Está sacada de una entrevista muy interesante realizada a este inventor, ingeniero mecánico, ingeniero eléctrico y físico, que se enfrentó a Einstein y su Teoría de la Relatividad y rivalizó con Edison y su corriente continua.

Un hombre de ciencia, un físico, un hombre pragmático, que habla de la vida con hechos y no con suposiciones, con evidencias y no con simples teorías, pero que nació, como dice él mismo en esta entrevista, con un don.

Quizá por este motivo, además de por su fuerte carácter que no le hacía muy querido, no es uno de los hombres de ciencias más conocidos, aunque  en su honor se llamó ‘Tesla’ a la unidad de medida del campo magnético en el Sistema Internacional de Unidades.

El don del que habla en esta entrevista es el don de ver más allá de las pruebas, de las evidencias, de lo físico y terrenal. Dice que él visualizó el campo magnético girar y el motor de inducción, un día mientras veía una puesta de sol en Budapest.

Tesla podía visualizar una invención en su cerebro con precisión extrema, incluyendo todas las dimensiones, antes de iniciar la etapa de construcción.

Pero lo quería remarcar más de este físico es su plano metafísico. Sus ideas de la vida son revolucionarias y seguramente que le harían parecer un poco marciano ante sus «colegas», pero no te dejan indiferentes, aunque a veces su discurso resulte difícil de seguir.

He entresacado algunas de las frases de esta entrevista (que espero que fuera de contexto sigan sonando igual):

«En el interior de la Tierra hay energías de alegría, paz y amor que se expresan, por ejemplo, a través de una flor que crece de la tierra, los alimentos que salen de ella y todo lo que la hace el hogar del hombre.»

«Sé que la gravedad es adversa a todo lo que tenga que volar y mi intención no es hacer los dispositivos de vuelo, sino enseñar al individuo a recuperar la conciencia sobre sus propias alas…»

«La vida tiene un sentido, el Universo existe en perfecta armonía y su belleza es la causa y efecto de la Creación.»

«Una vez creado, el sonido dura para siempre; para un hombre puede desaparecer, pero sigue existiendo en el silencio que es el mayor poder del hombre.»

«Los latidos del corazón del hombre son parte de la sinfonía de la Tierra.»

«El problema es que la gente lo toma todo muy en serio.»

«El negro es el verdadero rostro de la Luz, solo que no lo vemos.»

«En mí existe la mayoría de la electricidad. La energía, que es diferente en cada persona, es lo que hace al ser humano “yo” o “alma”. »

«Toda mi vida he pasado mucho tiempo en éxtasis. Esa fue la fuente de mi felicidad.»

«Cuando un hombre se hace consciente, su meta más alta debe ser correr hacia una estrella fugaz y tratar de capturarla.»

Si me fuera a morir dentro de un año

Si supiera de una manera fehaciente, sin que nadie me estuviera dando los resultados de unas pruebas médicas, si no porque yo supiera que me voy a morir dentro de un año, es decir, el 16 de mayo de 2017, ¿qué cambiaría esto?

Me refiero a que si seguiría pre ocupándome, y hasta ocupándome, de todo lo que me pre ocupo ahora del mismo modo.

Dicen que cuando sabes algo así, todo cambia, como cuando tienes una enfermedad en estado terminal. Cambia la percepción de tu mundo. Ves de un modo distinto todo lo que te configura y todo lo que está a tu alrededor.

Supongo que tardaría un tiempo en darle crédito a esa idea, aunque supiera que se iba a cumplir. ¡Qué apego a esta vida!

De vez en cuando es bueno darse un tortazo de estos para darse cuenta de las cosas que nos consumen cada día, de lo que nos quita energía y nos saca del camino.

Hacía tiempo que no pensaba en la vida como en un gran juego. Sería un juego de Arcade, donde tienes que pasar de sala en sala, consiguiendo amuletos y venciendo a algún monstruo que te sale al paso y no te deja llegar a la sala del tesoro.

Pensar en la vida así me quita un gran peso de los hombros; es divertido y tengo más vidas si consigo esos amuletos, así que voy a por ellos y además, me pongo una buena banda sonora de fondo.

Hace un rato estaba dándole vueltas a una entrevista de trabajo que he tenido hoy. Todavía no sé si soy la persona adecuada para este puesto y si lo haré bien….¡Si lo haré bien! Pero ¿qué más da? Bueno, me gustaría dejar buen sabor de boca y hacer todo lo que pudiera hacer para que mi jefe no fuera a la bancarrota… ¡Qué considerada!

No sé si me iría de viaje a conocer todos los sitios a los que quiero ir y siempre pospongo para un momento mejor. O si haría una de esas listas de cosas pendientes. Dicen que de lo que se arrepienten más personas al final de esta vida es de lo que no han hecho, así que supongo que haría la lista.

Lo que más me costaría sería dejar a mi madre. Ella es lo más grande para mí, así que ella sería una parte importante en esta lista.

Pensándolo ahora, creo que haría todo lo que me da alegría, sin importarme las causas o las consecuencias.

Pero y si, en vez de un año, ¿me fuera a morir dentro de 6 meses? ¿El 16 de noviembre de 2016? ¡Este mismo año!

Pensaría en que voy a reunirme con mi padre, que decidió marcharse un 12 de noviembre, y eso me daría fuerza, pero ¡tendría que espabilar! No querría dejar todo eso de lo que luego me arrepentiría.

Pasaría más tiempo con la que gente que aprecio y seguramente que pensaría en hacer cosas divertidas con ellos, para reírnos.

Creo que no trabajaría más. Apagaría mi querido ordenador, compañero inseparable, y no sé si lo encendería alguna vez más.

Pensaría en un sitio muy especial al que viajar, para no dejar de hacer otras cosas, por visitar tantos y tantos sitios (aunque si puedo aprovechar y hacer algo de mi lista en otro lugar…).

Todavía estoy en shock y no se me ocurre nada original para inaugurar mi lista de cosas pendientes. Bueno, basta con que sea «pendiente», luego ya veré si puede ser original… ¡Hacer el camino de Santiago!

¿Y si me marchara dentro de un mes…?

¡Qué agonía! Sería como una gran sombra que no me dejaría respirar. Visitaría el mar. Pasaría ratos meditando en la playa, nutriéndome de su energía, tomando contacto con la naturaleza y la Tierra.

¿Y si fuera mañana?…

Bueno, ahora me doy cuenta de que no me voy a morir dentro de un tiempo concertado y hago todo eso que he dicho que haría porque sí, porque estoy viva y porque me debo a esta vida, sea juego o sea seria; sea larga o sea corta. No somos seres trabajadores, ni seres hacientes; somos seres vivientes, seres vivos y quiero vivir la vida. ¿Qué otra cosa, si no?

¿Por qué esperar a estar muertos para vivir?

Y luego dicen que la muerte es mala…

Soy humana

Esta entrada lleva bastante tiempo rondando por mi cabeza, pero me resulta difícil de escribir. Y no es porque trate de un tema largo y complicado, sino porque es un ejercicio de sinceridad y mi ego me dice que no lo haga, que qué va a pensar quien lo lea, que puedo perder credibilidad, etc..

El caso es que me resulta curioso a veces sentarme delante de la gente que ha venido a las clases de meditación o, por qué no decirlo, escribir este blog. Y es que no puedo evitar sentirme un poco hipócrita cuando entra en acción mi personaje «profesora» que ya tiene una vida tranquila y sosegada, que sabe tomar la vida como viene y que no tiene ningún tipo de crisis o que si tiene problemas los sabe resolver sin perder los estribos, para decirle a la gente cómo puede ir mejorando aspectos de su día a día.

Aviso a navegantes: no tengo la vida resuelta y tengo ratos en los que me considero una persona horrible. Puede que no sea una gran confesión, pero al leer este blog o al escucharme en la clase que tengo la gran suerte de facilitar, puede parecer que ya vivo en armonía, paz y serenidad.

He cambiado mi manera de mirar la vida y desde luego que, con lo poco o mucho que pueda ayudar a la gente, quiero contribuir.

A mis profesores de meditación los había subido a un pedestal, sin querer, y eso no es justo, porque si hay algo que son es humanos. Hubo un tiempo en que inconscientemente seguía idolatrándolos, a pesar de pensar que no lo hacía. Es un gran alivio haberme dado cuenta de esto y haberlos liberado.

Aun así, lo que me han aportado ha sido tan especial que quiero imitarlos y por eso mi juez me pone las cosas a veces difíciles y me «mete caña» cuando hablo en clase.

La meditación te abre el corazón y te permite observar y abrazar con amor lo que lo que haya en la vida, ya sea bueno o malo, dentro o fuera.

Tengo momentos de crisis en los que pierdo los papeles, me arrepiento por no haber respirado más profundamente y haber dicho algo feo, de seguir siendo a veces inflexible o de no haber puesto consciencia en un momento dado, pero esto es estar vivo y darte cuenta es hermoso y parte del viaje.

También tengo momentos de gratitud total, de alegría, empatía, optimismo o ilusión en momentos difíciles, por lo que además, me siento orgullosa de poderlos vivir y respirar sin miedo, con confianza, consciencia y aceptación.

Una amiga me dijo una vez que los «iluminados» no iban a ir a buscarme, pero sí la gente que no sabe qué es la meditación y que sabe que les puede ayudar, igual que me está ayudando a mí.

Quiero dar las gracias por todas las oportunidades para aprender algo nuevo de la gente que a lo mejor ni se ha propuesto enseñarme nada.