Kiki

Kiki (危機) es la palabra japonesa para crisis y está compuesta por peligro (危) y oportunidad (機), porque, en cada ocasión de peligro, hay una oportunidad; oportunidad de conocerse, de transcender, de crecer.

Por muy calmada que intento estar, la crisis que se está viviendo en todo el mundo estos días me afecta, he de reconocerlo.

La semana pasada me embargó la tristeza al ver los estantes vacíos del súper. Pensé que, llegado un momento crítico, el miedo nos puede volver muy egoístas.

El miedo por no saber lo que pueda pasar empuja a la gente a actuar de manera irracional, sin tener en cuenta que se piensa mejor cuando se hace desde la calma.

Pero también hay mucho humor —herramienta fundamental para seguir vivos— y es que los españoles somos únicos sacándole punta a cualquier situación o anécdota.

El otro día me vino a la mente aquella escena de Mary Poppins en la que el tío Albert está flotando por el techo de su casa porque no puede parar de reír y solo puede bajar al suelo si piensa en algo serio. Pues, en estos momentos, se me antoja que la situación es a la inversa: al escuchar noticias y preocuparnos, nos volamos y no estamos en la realidad, con serenidad, viendo lo que en verdad ocurre. Sin embargo, al encarar la preocupación con humor, bajamos a tierra y podemos quitar el dramatismo que nos hace vivirlo desde la histeria y el surrealismo.

Detener el ritmo habitual y verse confinada está haciendo a la gente que se viva de otra manera, que traiga sensaciones olvidadas y que transite lugares que hacía tiempo no pisaba o ni siquiera conocía. Y así, la gente, hermanada, va aportando sus granitos positivos de arena para no caer en emociones de baja vibración, como el miedo o la ira.

La incomprensión nos bloquea y el miedo nos arrincona o nos vuelve locos; hemos de ser conscientes de ellos para superarlos.

Pero también hay calma, aunque parezca increíble, cada vez hay más calma.

Podemos buscar culpables, pero creo que, todo gran movimiento energético viene para traer unos cambios muy importantes. No somos amigos de los cambios, pero también tienen una lectura positiva.

Los mensajes que hablan de aceptación, de apertura, de aprendizaje están mostrando que, detrás de toda sombra, hay una luz que crea el contraste. Solo hay que saber mirar.

Yo he tardado unos días en darme cuenta y ahora estoy empezando a disfrutar del momento en todos sus detalles.

Algo tan grande como es una pandemia nos pone a todos en una situación fuera de lo que llamamos nuestra zona de confort en algún aspecto de nuestra vida.

La aceptación suena, generalmente, a estupidez. Y más en una situación extrema y de peligro. Cómo aceptar lo que nos está ocurriendo?? Hay medidas que nos llevan a rebelarnos, puesto que parece que nos empujan al redil y surge nuestro luchador que no quiere aceptarlo. Está bien, no hay nada que cambiar, solo observar. Aceptar es demostrar un amor infinito por uno mismo y por los demás, aparte de ser un gesto de gran valor y nada fácil.

La fuerza de los sentimientos nos hace buscar refugio a toda costa y es algo que solo podemos encontrar en nuestro interior.

Meditando en casa.

Hemos de quedarnos en casa y trabajar desde casa; hemos de pasar tiempo dentro, en lugar de fuera. Y, si damos el famoso pasito para atrás que nos ayuda a mirar las cosas con perspectiva, podemos ver que es una ocasión para mirar la vida de otra manera, más calmadamente, para parar e ir hacia dentro, para mirarnos y trascender aquello que aparece fuera de nosotros en forma de enfado, molestia, incomodidad, nerviosismo o disputa. Todo lo de fuera nos va a hablar de lo que tenemos dentro, así pues, atentos a lo que ocurre.

Con cariño, como si fuera un juego.

Deja un comentario