Feliz con la vida

Me siento feliz por el regalo que recibo cada vez que comparto la meditación.

Tengo la sensación de servir de enlace entre la consciencia de quien me acompaña y su esencia. Es maravilloso poder atestiguarlo.

Al principio, planeaba cada sesión, pero siento que es mucho más bonito dejar que fluya; conectar con mi esencia y desde ahí, dejar que suceda lo que tenga que suceder.

Ahora comparto sesiones online para quien esté lejos, quien no pueda o quiera apuntarse en un centro o, simplemente, quien quiera la comodidad de su casa.

Lo he llamado «Medita desde casa conmigo».

Medita desde casa conmigo

Todos tenemos ahora una cuenta de Google, aunque no la usemos, porque hay que reconocer que es imposible escapar de este gigante de internet.

Me hablaron bien de Google Meet; que se escucha y se ve bien, que no tiene cortes ni tiene límite de tiempo y que se pueden conectar bastantes personas en una videoconferencia, así que lo probé, me gustó y ahí he comenzado mi nueva andadura.

He llamado a esta etapa de compartir la meditación así, «Medita desde casa conmigo», jugando con el doble sentido que tiene en meditación la palabra «casa», puesto que lo hacemos desde nuestros hogares y también porque regresamos a nuestra casa, es decir, a nuestro interior, nuestra esencia.

De momento, la experiencia va muy bien. Nos reunimos este lunes y estuvimos compartiendo una hora de atención plena que fue muy enriquecedora.

Así que, si te apetece volver o empezar a meditar en grupo, no lo dudes, este espacio te va a ayudar a encontrar esa paz que todos anhelamos y que está muy cerca; en casa, en nuestro interior.

Para qué meditar

Cada uno de nosotros llega a la meditación por un motivo y en el momento que tiene que ser, ni antes ni después. Y cada uno va notando sus propios beneficios, o como quieras llamarlos.

Todos llegamos con una mochila donde llevamos nuestra historia y los deberes que venimos a hacer en esta vida, así que nadie puede decirte cómo vivir mejor tu vida. Solo tú, desde tu esencia, sabes cuál es tu camino y al meditar, conectas con ese lugar en tu interior donde está todo lo que andas buscando fuera.

No digo que meditar sea sentarse y sentirse bien, pero sí que te sientes mejor. Como poco, te relajas, que eso puede ya ser un buen regalo.

Y como digo en el cartel, aprendemos a ir viviendo más en el presente, que es eso tan chulo que se suele decir de vivir el aquí y el ahora. Es decir, no estar anticipando lo que nos va a ocurrir (porque solemos ser negativos) y tampoco vivir anclados en el pasado, pensando en lo que pudo ser o en por qué fue así, qué injusta es la vida y cosas por el estilo.

Desde mi experiencia personal te puedo decir que, cuando me quedo en el aquí y el ahora puro, siento que no hay nada que esté mal, que sea malo o ningún otro adjetivo negativo. Estoy tranquila y acepto sin más. Pero, eso sí, hay que estar en muchos «aquís y ahoras» al cabo de la semana para que puedas sentirte descansado cuando llega el fin de semana; no os voy a engañar.

Se suele decir que, cuando meditas, el mundo a tu alrededor no cambia, lo que cambia es tu manera de mirarlo y suele ser para bien, así que ¿por qué no intentarlo?

Total, solo se trata de «sentarse y sentirse»…

Para los que os iniciáis en la meditación, quizá os interese este otro post que colgué hace un tiempo en el que explico detalles importantes sobre la postura: https://meditamablog.wordpress.com/2020/05/07/la-postura-en-la-meditacion-sedente/

Namasté

Deja un comentario